La Niña de los Balances
En las entrañas de los edificios contables de la Ciudad de México, donde las cifras danzan en pantallas fluorescentes y los balances se apilan en montañas de papel, habita un espectro peculiar: la niña de los balances. Su figura etérea, envuelta en sombras y con ojos que brillan como brasas, vaga por los pasillos, sembrando el terror entre los contadores más audaces.
Se dice que fue hija de dos contadores públicos íntegros, defensores de la transparencia y la justicia. Desaparecieron en circunstancias misteriosas, dejando a la pequeña huérfana y desconsolada. Desde entonces, su espíritu vaga por los lugares que sus padres amaban, buscando respuestas y justicia.
Las noches en los despachos contables se vuelven una pesadilla cuando la niña de los balances hace su aparición. Desconecta computadoras, activa antiguas calculadoras mecánicas, enciende y apaga las luces con una sincronía macabra, y deja mensajes crípticos en las impresiones. Cada acción es una provocación, un desafío a los contadores que osan ocupar los espacios que alguna vez fueron su hogar.
Los empleados cuentan historias escalofriantes: hojas de cálculo que se borran solas, balances que se alteran inexplicablemente, y sombras que se deslizan por las paredes, dibujando figuras fantasmales. Algunos aseguran haber escuchado susurros infantiles y visto una pequeña mano escribiendo en un teclado.
Pero las travesuras de la niña no son gratuitas. Cada acción tiene un propósito: recordar a los contadores la importancia de su profesión, la necesidad de ser honestos y justos, y la obligación de luchar contra la corrupción. Es como si el espíritu de la niña quisiera que los contadores siguieran el legado de sus padres y utilizaran sus conocimientos para mejorar el mundo.
Un joven contador, recién salido de la universidad, se siente atraído por el misterio que rodea a la niña de los balances. Intrigado por las historias que escuchó de sus compañeros, decide investigar por su cuenta. A medida que se adentra en el mundo de la contabilidad, descubre documentos antiguos que revelan la verdad sobre el trágico destino de los padres de la niña.
Armados con esta nueva información, el joven contador y un grupo de colegas deciden honrar la memoria de la niña y de sus padres. Organizan una ceremonia en la que se recuerdan los valores de la transparencia y la justicia, y se comprometen a continuar su lucha.
Con el paso del tiempo, la presencia de la niña de los balances se hace menos intensa. Las travesuras disminuyen y los contadores sienten una sensación de paz en sus despachos. Se dice que el espíritu de la niña finalmente encontró la tranquilidad que tanto anhelaba, sabiendo que su legado viviría por siempre en el corazón de los contadores mexicanos.
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